SIFILIS
DEFINCION
La sífilis es una enfermedad
infecciosa con afectación sistémica causada por el microorganismo Treponema pallidum subespecie pallidum, perteneciente al Orden Spirochaetales, familia Spirochaetaceae. Son organismos de
diámetro exiguo, con morfología característicamente enrollada. Presentan un
movimiento rotatorio y ondulado sobre el eje central de la bacteria. De los
treponemas identificados, solo cuatro causan enfermedad en el ser humano: T. pallidum ssp pallidum (sífilis),
T. pallidum ssp pertenue (frambesia o pian),
T. pallidum ssp endemicum (bejel)
y Treponema carateum (pinta). Estos
cuatro microorganismos son parásitos obligados
del hombre y no se conoce un reservorio animal. Estos treponemas son
morfológica, serológica y químicamente indistinguibles, por lo que las pruebas
diagnósticas de la sífilis pueden ser usadas para diagnosticar la frambesia, el
bejel o la pinta. Las enfermedades se diferencian por las manifestaciones
clínicas que producen, le edad de la población afectada, la distribución
geográfica y el modo de transmisión. Muchas espiroquetas no pueden ser
cultivadas in vitro, necesitando
medios altamente enriquecidos y en un tiempo determinado. Los conejos son los
animales de laboratorio más utilizados para mantener organismos virulentos.
EPIDEMIOLOGÍA
La sífilis venérea ocurre en todo el mundo,
variando la incidencia con la distribución geográfica y el entorno
socioeconómico. La enfermedad puede ser adquirida por contacto sexual, de forma
congénita a través de la placenta, por transfusión de sangre humana contaminada
y por inoculación accidental directa. La forma más frecuente es por transmisión
sexual. Un paciente es más infeccioso al principio de la enfermedad y
gradualmente disminuye la infecciosidad con el paso del tiempo. La sífilis
congénita se produce con más frecuencia cuando el feto se infecta in utero, aunque es posible la infección
del neonato al pasar por el canal del parto.
Durante la
década de los ochenta se produjo un resurgimiento de la enfermedad con un
desproporcionado aumento de casos en los varones homosexuales que, poco a poco,
fue decreciendo debido a la adquisición de prácticas sexuales más seguras.
Coincidiendo con este descenso, aparece un rápido incremento en los
heterosexuales, reflejado en la frecuencia de la infección en mujeres y
neonatos. Por edades, el grupo más involucrado es el que va de los 15 a los 30
años, relacionado con la actividad sexual. Así, en 1995 la OMS estimaba que la
incidencia mundial de la sífilis venérea era del 0,4% (12 millones de casos) y
la prevalencia del 1%.
PATOGENIA
T. pallidum es capaz de penetrar en el
organismo a través de las membranas mucosas intactas o a través de heridas en
la piel; aproximadamente, un 30% de
los compañeros sexuales de los pacientes infectados desarrollarán la sífilis. A
partir de aquí, el microorganismo se disemina por el cuerpo humano a través de
los vasos linfáticos o sanguíneos. En la práctica, cualquier órgano del cuerpo
humano puede ser invadido incluyendo el sistema nervioso central (SNC).
Clínicamente, la sífilis se divide en una serie de etapas: fase de incubación,
sífilis primaria, secundaria, sífilis latente y tardía. El período de
incubación medio es de tres semanas (varía de tres a 90 días).
La fase
primaria consiste en el desarrollo de la primera lesión en la piel o las
mucosas, conocida como chancro, y que aparece en el lugar de inoculación,
pudiendo ser única o múltiple. Se acompaña a veces por el desarrollo de una
adenopatía regional. Las espiroquetas son fácilmente demostrables en dichas
lesiones y el chancro cura espontáneamente entre dos y ocho semanas. La fase
secundaria o estadio diseminado comienza al cabo de dos a 12 semanas después
del contacto. Se caracteriza por manifestaciones parenquimatosas,
constitucionales y mucocutáneas. Es posible demostrar la presencia de
treponemas en la sangre y otros tejidos, como la piel y los ganglios
linfáticos.
Tras la
sífilis secundaria, el paciente entra en un período latente durante el cual el
diagnóstico sólo se puede hacer mediante pruebas serológicas. Este período se
divide, a su vez, en latente precoz y en latente tardío. La recaída de una
sífilis secundaria es más probable en esta fase precoz y se produce como
consecuencia de una disfunción inmunológica. La sífilis tardía se refiere a la
aparición de manifestaciones clínicas, aparentes o inaparentes, que se
desarrollan en más de un tercio de los pacientes no tratados, y cuya base
patológica son las alteraciones en los vasa
vasorum y las lesiones características denominadas gomas.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Sífilis primaria
Poco después del período de
incubación aparece una pápula en el lugar de inoculación que rápidamente se
erosiona dando lugar al chancro. Se caracteriza por ser de base limpia e
indurada, no exuda y es poco o nada dolorosa. Pueden aparecer múltiples
chancros, especialmente en los pacientes inmunodeprimidos, siendo los
treponemas fácilmente demostrables en estas lesiones. Los genitales externos
son los lugares más frecuentes donde aparece el chancro, seguidos del cuello
uterino,
boca, área perianal, etc. Acompañando al chancro hay una linfadenopatía
regional consistente en un agrandamiento moderado de un ganglio linfático, que
no es supurativo. El chancro cura al cabo de tres a seis semanas, sin lesión
residual. La adenopatía persiste un poco más. Las espiroquetas pueden ser
identificadas mediante la observación directa con campo oscuro o por detección
de antígeno por inmunofluorescencia. También puede efectuarse el diagnóstico
mediante la detección de anticuerpos. Por regla general, éstos aparecen entre
una y cuatro semanas después de la formación del chancro.
Sífilis secundaria
Representa
el estadio clínico más florido de la infección. Empieza entre dos y ocho 8
semanas después de la aparición del chancro, pudiendo estar éste presente
todavía. Los treponemas invaden todos los órganos y la mayoría de los líquidos
orgánicos. Las manifestaciones son muy variadas. La más frecuente es el
exantema, maculopapular o pustular, que puede afectar a cualquier superficie
del cuerpo, persistiendo de unos días a ocho semanas. La localización en palmas
y plantas sugiere el diagnóstico. En las áreas intertriginosas, las pápulas se
agrandan y erosionan produciendo placas infecciosas denominadas condiloma
planos que también pueden desarrollarse en las membranas mucosas. La
sintomatología constitucional consiste en febrícula, faringitis, anorexia,
artralgias y linfadenopatías generalizadas (la que afecta al ganglio
epitroclear sugiere el diagnóstico). Cualquier órgano del cuerpo puede estar
afectado: el SNC, con dolor de cabeza y meningismo, en un 40%, el riñón se
puede afectar por depósitos de inmunocomplejos, puede aparecer hepatitis
sifilítica, alteraciones del tracto gastrointestinal, sinovitis, osteitis, etc.
Sífilis latente
Es el
período en el que hay una ausencia de manifestaciones clínicas, que no implica
una falta de progresión de la enfermedad, pero durante el cual las pruebas
antitreponémicas específicas son positivas. Durante la sífilis latente puede
producirse una recaída (por lo tanto, el paciente es infeccioso) más frecuente
en el primer año, y cada recurrencia será menos florida. La sífilis latente
tardía es una enfermedad inflamatoria poco progresiva que puede afectar a
cualquier órgano. Esta fase suele ser referida como neurosífilis (paresias,
tabes dorsal, sífilis meningovascular), sífilis cardiovascular (aneurisma
aórtico) o goma (infiltrados de monocitos y destrucción tisular en cualquier
órgano).
Neurosífilis
En términos generales, la neurosífilis es una
superposición de alteraciones meningovasculares parenquimatosas. El diagnóstico
de la neurosífilis asintomática se realiza en pacientes que no tienen manifestaciones
clínicas pero sí anormalidades del líquido cefalorraquídeo (LCR), como
pleocitosis, aumento de las proteínas, disminución de la glucosa o una
respuesta positiva en la prueba VDRL, con lo cual se hace necesario la punción
lumbar para poder establecerlo. La neurosífilis meningovascular se debe al
desarrollo de una endoarteritis obliterante que afecta a los vasos sanguíneos
de las meninges, cerebro, cordones espinales, etc., que provocará múltiples
infartos. La parenquimatosa se debe a la destrucción de las células nerviosas,
sobre todo de la corteza cerebral.
Las
manifestaciones clínicas consisten en paresia, afasia, manifestaciones
psiquiátricas, etc. Destacan la tabes dorsal y el signo de la pupila de
Argyll-Robertson. En la tabes dorsal, el daño se produce principalmente por una
desmielinización de la columna posterior, ganglios y raíces dorsales que
provocará la aparición de un cuadro clínico de ataxia, parestesias,
incontinencia fecal, impotencia, etc. Las alteraciones oculares son frecuentes,
destacando el signo antes mencionado, que consiste en una pupila pequeña e
irregular que acomoda para la visión de cerca, pero no ante estímulos
luminosos. En un período de meses a años puede aparecer una atrofia óptica.
Cualquier par craneal puede estar afectado, destacando el VII y el VIII. Oído y
ojo pueden estarlo afectos en cualquier estadio de la enfermedad, incluso en la
sífilis congénita.
La
neurosífilis es una enfermedad que requiere hacer una diagnóstico diferencial
con otras, como la tuberculosis con afectación del sistema nervioso central,
infecciones fúngicas, tumores, hematoma subdural, alcoholismo crónico, etc.
Dada la presentación variable de la neurosífilis, el diagnóstico puede ser
difícil, aunque la demostración de anticuerpos específicos treponémicos en el
LCR ayuda al diagnóstico. A pesar de la dificultad conviene tener en cuenta lo
siguiente: a) el diagnóstico de neurosífilis no puede ser hecho sin una prueba
treponémica específica, excepto si existe una inmunodepresión grave, b) una
prueba VDRL positiva en LCR indica una neurosífilis activa, c) la amplificación
mediante una técnica de PCR positiva también establece el diagnóstico, d)
cualquier anormalidad en el LCR con manifestaciones clínicas compatibles
sugiere una neurosífilis activa, e) la presencia de anticuerpos
anti-treponémicos en el LCR es muy sugestiva de este diagnóstico.
Sífilis cardiovascular
La lesión
patológica subyacente es la endoarteritis obliterante que afecta los vasa vasorum de la aorta y que provocará
una necrosis de la capa media con destrucción del tejido elástico y la
consiguiente aortitis con aneurisma sacular y, con menos frecuencia, fusiforme.
Hay una predilección por la aorta ascendente que lleva consigo la debilidad del
anillo valvular aórtico.
La aortitis
sintomática se presenta en un 10% de los pacientes no tratados pero se ha
demostrado su presencia en el 85% de las autopsias de dichos pacientes. Gracias
al tratamiento, la sífilis cardiovascular es, en la actualidad, una curiosidad.
Goma
Es una lesión
granulomatosa, no específica, que se produce en la sífilis tardía. No es
dolorosa, y se puede desarrollar en cualquier órgano pero es más frecuente en
el sistema óseo, piel y mucosas. Se produce una destrucción local, siendo muy
difícil observar espiroquetas en las preparaciones microscópicas obtenidas a
partir de estas lesiones.
Sífilis congénita
La infección del feto puede
producirse en cualquier mujer no tratada, aunque es más frecuente en los
estadios precoces de la
infección.
La infección antes del cuarto mes de embarazo es rara. La gravedad clínica va
desde el aborto tardío al parto pretérmino, muerte neonatal, infección neonatal
e infección latente. La sífilis congénita puede ser temprana o tardía. La
temprana, que se observa antes del segundo año de vida, puede ser fulminante.
Puede manifestarse como una infección diseminada, o por lesiones mucocutáneas,
osteocondritis, anemia, hepatoesplenomegalia y afectación del SNC. La forma
tardía, con una persistencia de más de dos años, puede originar queratitis
intersticial, deformaciones de huesos y dientes, sordera del VIII par,
neurosífilis y otras manifestaciones terciarias. Las manifestaciones clínicas
son muy variables, siendo las más características la rinitis serohemorrágica,
seguida del exantema maculopapular descamativo. Puede haber osteocondritis y
pericondritis, afectación hepática, anemia, neumonía grave o hemorragia
pulmonar, glomerulonefritis, etc. Es bastante frecuente el desarrollo de una
queratitis intersticial en el contexto de una sífilis latente, que aparece a
los 6-12 meses de nacer si no ha existido tratamiento. También la neurosífilis
sintomática o asintomática es bastante frecuente, no así la sífilis
cardiovascular.
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DIAGNÓSTICO DE LABORATORIO
Detección directa de T. pallidum
Examen en fresco con microscopía de campo
oscuro. Es el método de diagnóstico más rápido y directo en las fases primaria,
secundaria y congénita precoz. La muestra ideal es el exudado de las lesiones,
como el chancro, condiloma plano y lesiones mucosas, ya que contienen gran
cantidad de treponemas; también pueden observarse a partir del material
aspirado de los ganglios linfáticos. La muestra debe ser lavada con suero
salino sin aditivos bactericidas. El treponema aparecerá moviéndose en espiral
con una ondulación característica sobre su punto medio. Es importante señalar
que, en las lesiones bucales o anales es difícil diferenciar T. pallidum de otros treponemas no
patógenos, por lo que la técnica de campo oscuro no es aplicable. Para excluir
el diagnóstico se requieren tres exámenes negativos.
Inmunofluorescencia directa (DFA-TP).
Consiste en la tinción con anticuerpos monoclonales o policlonales
fluorescentes dirigidos frente a T. pallidum en los frotis desecados de
lesiones sospechosas, una vez fijados con acetona o metanol. Esta técnica es
obligada para el examen de las lesiones orales, por las razones antes
señaladas.
Demostración en tejidos. Requiere materiales obtenidos por biopsia,
sobre los que se lleva a cabo una impregnación argéntica, o bien una tinción inmunofluorescente (DFAT-TP) o
inmunoenzimática específica. La DFAT-TP utiliza un anticuerpo monoclonal muy
específico de T. pallidum. Se suele
utilizar para muestras cutáneas de sífilis secundaria o estadios sifilíticos
tardíos (goma), así como en los tejidos afectados de cerebro, placenta, cordón
umbilical o piel en la sífilis congénita.
Cultivo de T. pallidum. El único
método útil para aislar T. pallidum es
la prueba de inoculación en el conejo (RIT). Esta técnica se considera como de referencia para el resto de las pruebas
diagnósticas de la sífilis. Por su dificultad y peligrosidad sólo se realiza en
laboratorios de referencia muy específicos y de investigación.
Técnicas de biología molecular. Los
métodos de amplificación de ácidos nucleicos aumentan la sensibilidad de los
métodos de detección de T. pallidum, siendo útiles en los casos
en que el resto de pruebas muestran una baja sensibilidad, como es el caso del
diagnóstico de la sífilis congénita, neurosífilis, en la sífilis primaria
temprana y cuando existe la necesidad de distinguir entre una reinfección y una
infección antigua.
Detección indirecta de T. pallidum: pruebas serológicas
Se
detectan dos tipos de anticuerpos: los llamados reagínicos, no específicos o no
treponémicos, y los treponémicos o específicos (IgG e IgM).
Pruebas reagínicas o no treponémicas. Los
anticuerpos reagínicos son de tipo IgG e IgM dirigidos frente a un antígeno
lipoideo que es el resultado de la interacción de T. pallidum con los tejidos del huésped (cardiolipina-colesterol-lecitina).
Aunque los resultados falsos positivos son bastante frecuentes, son los mejores
métodos de diagnóstico serológico en la sífilis latente temprana y en la
tardía. Las pruebas reagínicas se dividen en:
● Floculación
microscópica: VDRL (Venereal Disease
Research Laboratory), USR.
● Floculación
macroscópica: RPR prueba en tarjeta de reaginas plasmáticas rápidas, ART,
TRUST, RST.
● Enzimoinmunoensayo
(ELISA) no trepónemico: utiliza como antígeno el del VDRL.
El VDRL es
una prueba no treponémica normalizada en la cual el suero, previamente
inactivado a 56 ºC, se enfrenta en un portaobjetos con un antígeno de
cardiolipina-colesterol-lecitina para observar su capacidad de floculación.
Tanto el RPR como el VDRL son buenos marcadores de la infección en su fase
aguda y útiles en el control de la respuesta al tratamiento en el paciente con
inmunidad intacta, aunque son poco específicos. El RPR ha pasado a ser la
prueba de cribado habitual para la selección de sueros en los laboratorios y en
los bancos de sangre, puesto que se trata de una técnica más sencilla, requiere
menor cantidad de suero y no hace falta calentarlo. El VDRL es la prueba de
elección para el diagnóstico de la neurosífilis en muestras de LCR. La mayor
utilidad del ELISA es el cribado de poblaciones, por la gran cantidad de
muestras que puede procesar al mismo tiempo. Como contrapartida negativa, no
permite obtener resultados cuantitativos.
Una de las situaciones más
complicadas es qué hacer ante un positivo persistente crónico en las pruebas
reagínicas. A modo de aproximación, si los títulos son mayores de 1:4 hay que
pensar en una infección activa persistente o en una reinfección; si son menores
de 1:8 hay que pensar en un falso positivo. Otro problema que podemos encontrar
es el fenómeno de prozona. Consiste en un resultado negativo o positivo débil
que se observa hasta en un 2% de los infectados, especialmente en la fase de
sífilis secundaria. Para solventar estas situaciones, hay que realizar
diluciones séricas mayores cuando existe sospecha fundada, como ocurre en las
embarazadas, usuarios de drogas por vía parenteral o pacientes con otras
enfermedades de
El
antígeno utilizado en estas pruebas detecta tanto anticuerpos de la sífilis y
como de otras enfermedades no treponémicas agudas o crónicas. Los falsos
positivos pueden deberse a infecciones virales (hepatitis, sarampión, varicela,
mononucleosis infecciosa, etc.), infecciones parasitarias como la malaria,
lepra, vacunas, enfermedades del colágeno, enfermedades autoinmunes,
neoplasias, y situaciones como el embarazo, las toxicomanías y la edad
avanzada.
Pruebas treponémicas
específicas. Utilizan antígeno treponémico específico y podemos distinguir las
siguientes:
● Inmunofluorescencia:
FTA-Abs (anticuerpos absorbidos fluorescentes anti- treponema) o la prueba
FTA-Abs DS (variante del anterior con doble tinción).
● Hemaglutinación:
TPHA y MHA-TP, ésta última adaptación de la anterior con una placa de
microtitulación.
● ELISA de
anticuerpos treponémicos.
● Enzimoinmunoensayo
de membrana (western-blot)
treponémico.
● Prueba de
inmovilización de T. pallidum (TPI).
Las
pruebas antitreponémicas específicas se basan en la respuesta a los componentes
antigénicos propios de T. pallidum y
establecen una alta probabilidad de una infección, ya sea presente o producida
en algún momento del pasado. El FTA-Abs es una prueba de inmunofluorescencia
indirecta y es una técnica de referencia. Utiliza como antígeno treponemas de T. pallidum obtenidos de testículos de
conejo. Requiere que el suero del paciente sea absorbido primero con un
antígeno de treponemas no patógenos, para eliminar los anticuerpos naturales
que van dirigidos contra treponemas saprofitos de la cavidad oral o el tracto
genital. Está normalizada para una dilución del suero a 1/5 y su interpretación
puede ser bastante subjetiva. Es una prueba costosa para aplicarla como prueba
de cribado en población de bajo riesgo, por lo que su utilización se centra en
confirmar los resultados positivos de los métodos no treponémicos. Una vez se
hace positivo, se mantiene habitualmente de por vida, por lo que no es útil
para demostrar la actividad de la infección ni para el control terapéutico.
Sólo en un 10% de los casos se negativiza, sobre todo en los tratados precozmente
y en los infectados por el VIH.
En cuanto
a otras pruebas treponémicas, el TPHA es una técnica más económica y fácil de
realizar que el FTA-Abs. Consiste en una hemaglutinación pasiva con hematíes de
cordero sensibilizados con un extracto antigénico de T. pallidum. Utiliza un absorbente para aumentar la especificidad,
pero es menos sensible en la enfermedad temprana. Se encuentran comercializados
varios equipos de ELISA indirecto que utilizan como antígeno extractos de T. pallidum sonicados, incluso ha aparecido
alguno con antígeno recombinante. La mayor ventaja de estos métodos radica en
su capacidad de procesar grandes cantidades de muestras y en que la lectura es
objetiva, ya que esta automatizada. La prueba western-blot se utiliza para aquellos casos en los que el FTA-Abs
es indeterminado y se necesita aclarar la duda. Sólo la llevan cabo escasos
laboratorios y normalmente se trata de centros de referencia. El TPI es una
prueba de inmovilización de T. pallidum
vivos, observables por microscopía de campo oscuro, que determina la capacidad
de los anticuerpos y el complemento del paciente para inmovilizar células de T. pallidum. Es una prueba bactericida,
y muy costosa, al exigir el mantenimiento de T. pallidum en cultivo en conejos, razón por la que sólo está al
alcance de algunos laboratorios. La búsqueda de anticuerpos de tipo IgM queda
relegada a la sífilis congénita, y no se utiliza para el diagnóstico de la
sífilis de transmisión sexual. Se puede realizar con las pruebas de
inmunofluorescencia, ELISA y western-blot.
Como regla general, una
prueba treponémica negativa indica la ausencia de infección, pasada o presente.
La mayoría de la personas tratadas adecuadamente permanecen positivas para las
pruebas treponémicas por muchos años, y muchas por el resto de su vida. Al
igual que en las pruebas no treponémicas, en las pruebas específicas pueden
presentarse falsos positivos, aunque en mucha menor medida, como en el lupus
eritematoso, usuarios de drogas, edad avanzada, enfermedades del colágeno,
enfermedad de Lyme, etc.
Pruebas para la neurosífilis. El
estudio del LCR es esencial en los pacientes con signos y síntomas neurológicos
y se recomienda también en aquéllos
con sífilis no tratada de duración desconocida o mayor de un año. Los
parámetros biológicos de actividad son: pleocitosis de >5 células/µl,
proteinorraquia superior a 45 mg/dl y VDRL positivo.
Las
pruebas serológicas para la neurosífilis han evolucionado a lo largo del
tiempo. El VDRL tiene alta especificidad, pero es poco sensible. La sensibilidad
es elevada en la sífilis meningovascular y en la parálisis general progresiva,
pero baja en la neurosífilis asintomática y en los cuadros de tabes dorsal. Es
la única prueba normalizada para ser utilizada en LCR. Actualmente se está
evaluando la prueba de FTA-Abs en LCR, con buena expectativas. Un resultado
negativo de la prueba de FTA-Abs u otra prueba treponémica en suero descarta
una neurosífilis. La PCR y el inmunoblot
de IgM son específicas y sensibles, pero la mayor experiencia ha sido con el índice
de anticuerpos intratecales frente a T.
pallidum (ITPA):
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Cuando la
barrera hematoencefálica está intacta (relación de seroalbúmina/LCR >144),
un índice mayor o igual a 3 denota la producción de anticuerpos locales. Si el
paciente es tratado en fases tempranas este índice retorna a la normalidad
pero, si se le administra el tratamiento tardíamente, se mantiene alterado
incluso después de dos años.
Falsos positivos en la sífilis. En una
población seleccionada esta situación se produce en menos del 1% de los casos y guardan relación con un estímulo
inmunológico continuado. Pueden ser agudas o transitorias (<6 meses) o
crónicas (>6 meses). Rara estos falsos positivos de las pruebas no
treponémicas tienen un título superior a 1/8. Un VDRL o RPR positivo puede ser
verificado y la sífilis excluida mediante una FTA-Abs o TPHA. Cabe incluso la
posibilidad de que estas técnicas den resultados falsos positivos, en cuyo caso
se distinguirían por el patrón arrosariado de la inmunofluorescencia sobre los
treponemas
y, sobre todo, con una prueba funcional de TPI. Entre las causas de resultados
falsos positivos están las enfermedades infecciosas, como el paludismo, la
infección temprana por el VIH, o por Mycoplasma
pneumoniae, etc. También pueden producirse en los usuarios de drogas,
conectivopatías, vacunación reciente, entre otros.
TRATAMIENTO
La
eficacia del tratamiento es bien conocida. Sin embargo, para que sea adecuado
hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones obtenidas de las
infecciones experimentales: a) que T.
pallidum se regenerará al cabo de 18-24 h si los niveles de penicilina en
sangre están por debajo de la concentración mínima inhibitoria, b) que se
necesita una concentración de penicilina >0.03 µg/ml de penicilina para
asegurar un efecto bactericida, y c) que para curar una sífilis precoz se
requiere una concentración adecuada mantenida durante 7 días. Durante muchos
años se ha tenido a la penicilina benzatina como el tratamiento de elección,
excepto en el caso de una invasión del LCR (se han aislado treponemas en LCR de
pacientes con chancro primario, lo que refleja la espiroquetorraquia). Por lo
tanto, el tratamiento actual de la sífilis con una combinación antibiótica o un
régimen prolongado asegura que esta secuela, la más importante de la sífilis,
no ocurrirá. Esto es especialmente importante en los pacientes
inmunodeprimidos.
Sífilis temprana (primaria, secundaria)
● Penicilina
G benzatina 2.400.000 UI intramuscular por semana en 3 dosis.
● Doxiciclina,
100 mg oral, 21 d.
● Otros: amoxicilina
+ probenecid, ceftriaxona, penicilina G procaína + probenecid.
● En los
alérgicos a la penicilina: doxiciclina o eritromicina.
Sífilis tardía y neurosífilis
● Penicilina
G sódica .
● Otros:
amoxicilina + probenecid, doxiciclina, ceftriaxona y penicilina G procaína +
probenecid.
● En los
alérgicos a la penicilina se recomienda la desensibilización y el tratamiento
con penicilina y, como alternativa, el cloranfenicol.
Sífilis en el embarazo
Las
gestantes deberían recibir tratamiento adecuado al estadio de la sífilis. Es de
elección la penicilina, incluso en los alérgicos, donde es necesaria la
desensibilización, porque tanto las tetraciclinas como el cloranfenicol no se
recomiendan explícitamente.
Sífilis congénita
Se
recomienda efectuar el tratamiento en aquellos niños nacidos de madres no
tratadas correctamente, y es de elección la penicilina G sódica o la penicilina
G procaína.
Sífilis en los inmunodeprimidos
Estos pacientes deben ser
tratados siguiendo el mismo esquema que para la neurosífilis.
Infección persistente
Hay
pacientes en los que, a pesar de un tratamiento adecuado, las pruebas
reagínicas no llegan a negativizarse. Al parecer, se debe a que en estos
pacientes quedan treponemas en lugares en los que se alcanzan con dificultad
niveles adecuados de antibiótico: cámara anterior del ojo, LCR, laberinto, etc.
Seguimiento del tratamiento
En todos
los pacientes con sífilis precoz y congénita hay que repetir las pruebas no
treponémicas cuantitativas (RPR o VDRL) al cabo de uno, tres, seis y 12 meses
del tratamiento de la sífilis. En los pacientes infectados por el VIH, además
de estos controles, se efectuarán otros adicionales en el segundo y noveno mes
después del tratamiento.
Al cabo de
12 meses pueden haberse negativizado el 40-75% de las sífilis primarias y el
20-40% de las secundarias. No es necesario hacer estudio del LCR. Si a los 12
meses siguen siendo positivas, se hace necesario un nuevo ciclo de tratamiento
ante la posibilidad de un fracaso terapéutico o de una reinfección. Si el título
no disminuye cuatro veces en 12 meses, si aumenta en su transcurso o si
persisten o reaparecen los síntomas clínicos, hay que realizar un estudio en el
LCR y administrar tratamiento de neurosífilis si se observan alteraciones
analíticas. En la sífilis latente y terciaria se parte de títulos bajos antes
del tratamiento y el 50% se mantienen seropositivos con títulos que no
disminuyen cuatro veces, incluso durante años después del tratamiento. En estos
casos estaría justificado un nuevo ciclo de tratamiento si apareciesen síntomas
o si aumentasen los títulos.
En la
neurosífilis es conveniente hacer un estudio del LCR cada 3-6 meses durante
tres años después del tratamiento, a menos que los parámetros se normalicen. En
el 95% de los casos bien tratados las células se normalizan a los 2-4 años, la
disminución de proteínas es más lenta y la disminución del VDRL es gradual en
varios años. Hay que evaluar el índice de anticuerpos intratecales contra T. pallidum.
Es una reacción sistémica que se produce al cabo
de una o dos horas después del tratamiento de la sífilis con antibióticos
efectivos, sobre todo con penicilina. Consiste en la aparición de fiebre,
mialgias, cefaleas, taquicardia, vasodilatación, etc. Es más frecuente en la
sífilis secundaria. Es un cuadro autolimitado y puede tratarse administrando
aspirina cada cuatro horas.
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